Maggie O’Farrell

Hamnet, de Maggie O’Farrell

No se sabe mucho de Anne Hathaway, la que fue esposa de Shakespeare. Si tan poco se sabe de él, que tuvo éxito y dinero en la capital, menos se sabrá de su mujer, que se quedó en el pueblecito cuidando a sus hijos. Normal. Pero uno se pregunta…

«Hamnet», la novela magistral de Maggie O’Farrell, lo responde con una creatividad y exuberancia infinitas, pero también una precisa documentación de hechos históricos, tanto lo que ha pasado a la Historia como lo que cuentan los testamentos, las cartas y las lápidas.

En la novela, William (cuyo nombre jamás se menciona) se sentía desconectado de su familia, que esperaba que fuera un hombre productivo, mientras que él solo quería leer y escribir. Agnes (el personaje de Anne) creció bajo la sombra y el abrazo de su madre muerta. Ella era la bruja, la que manejaba las hierbas, la curandera, la loca del pueblo que tiene de amigo a un halcón, porque le daba igual lo que dijeran de ella. Las cosas no han cambiado mucho. El padre de William transformaba en agresión la frustración por no pertenecer al grupo de consejeros del pueblo. Susanna era la hija impar, la que no pertenecía al núcleo místico de sus hermanos mellizos, ni al estilo de vida salvaje de su madre. Era hija de su padre, pero él no estaba nunca, y ella siempre estaba sola. Ella esperaba la peste que traía su padre a casa por temporadas. Hamnet pertenecía a su hermana melliza, Judith, y ella a él.

Es una novela sobre la muerte de un hijo que desbarajusta una familia. ¿Cómo no? Pero lo que más me quedó fue una pequeña (¿?) parte del relato, la historia de una mujer, Agnes, que lucha para seguir sus instintos, para parir como quiere, para vivir en comunión con su naturaleza. Otras mujeres la quieren cuerda. William acepta su misterio; no busca entenderla ni cambiarla. Quizás por eso en ningún momento dudas de que él, a pesar de no volver a casa, la quiere de verdad. Como su hermano la quería. Le gusta irse y estar sola. Adora a sus hijos, pero necesita irse de vez en cuando. Todos lo saben: ella a veces no está.

Es una novela histórica, pero también es lo que cuentan las mujeres de hoy y de todos los tiempos. La bruja que se codea con la muerte, que cura, que salva, que escucha y entiende todo lo que no se dice, que adivina el futuro apretándote la carnecita entre los dedos. Es la mujer que mete miedo.