Chimamanda Ngozi Adichie

La mirada del otro en «Americanah», de Chimamanda Ngozi Adichie

Americanah

Americanah es una novela que narra el contexto en el Ifemelu, la personaje principal, elige el exilio, luego su vida en el exilio y, después, su regreso a Nigeria. En el exilio uno empieza a mirarse y a plantearse cómo es visto por el otro, como si buscase en el espejo no una imagen de sí mismo, sino la imagen que el otro ve. Lo que es crucial en esa expectativa es que la imagen reflejada viene cargada de la historia del otro, de la cultura del otro, como de hecho son todas as miradas, y es, entonces, un collage que abarca no solo lo que uno es, sino lo que proyecta (o piensa que proyecta) y también lo que el otro proyecta en uno. La identidad resultante tiene una autoconsciencia exacerbada por la presencia constante de la mirada ajena, lo que carga las acciones del exiliado con un aire performático: uno hace lo que se supone que el otro supone que uno haría. Esa relación intrincada entre la mirada propia y la ajena es lo que está por detrás de gran parte de la novela de Chimamanda Ngozi Adichie, y es lo que la hace interesante y a la vez tan sencilla.

Al mudarse de Nigeria a Estados Unidos, Ifemelu, la heroína de la novela toma consciencia sobre sí misma a partir de nuevas categorías que pasa a conocer en su nuevo país. Allí ella se vuelve «negra», y no porque no lo fuese antes, sino que la raza empieza a existir como categoría válida, justamente en un lugar donde las diferencias raciales son también de clase y, por ende, adquieren el peso de una cuestión política. Lo mismo pasa con el pelo y con su ropa: ella a principio cede e intenta convertirse en la imagen que los americanos (negros o no) veen de ella. Se viste diferente, alisa su pelo y hasta su forma de hablar tiende a ceder, usando el acento americano en remplazo de su inglés nigeriano natal, para facilitar la fagocitosis que implica, a menudo, ser acepta e integrarse en la comunidad que la recibe.

«And with the accent emerged a new persona, apologetic and self-abasing.» (p.108) – «Y con el acento emergía una nueva persona, servicial y autodenigrante.»

Esta breve frase resume gran parte de lo que preocupa Adichie en el libro. Aquí ella se refiere a su Tía Uju que vive también en EEUU y ha empezado a hablar con el acento americano. Al hacerlo, empieza un acto, una dramatización, una «nueva persona» en el sentido teatral, que, a su vez, se desarrolla del modo que supone que el otro supone que ella actuaría. No se trata de que el otro creyera que debiese de actuar de un modo u otro, sino algo mucho más sutil. Ella incorpora la suposición de la suposición del otro, sin embargo, el despliegue de esa persona/personaje está cargado de negatividad. ¿Qué supone Tía Uju que los americanos suponen (no «saben») que los africanos hacen? Que son serviciales y que se rebajan ante los demás, por lo inferiores que son y porque se sienten eternamente deudores y agraciados ante aquellos que los reciben en su país. Ella recrea la historia que el otro conoce de África, una historia carente de matices o de profundidad, diseminada por telediarios y la cultura popular, y al hacerlo, pierde la oportunidad de mostrarse tal cual es, es su riqueza, y de dar a conocer la historia verdadera, o al menos su propia historia.

Por otro lado, está una reconstrucción de la identidad a partir de la incorporación de nuevos valores y prácticas cotidianas, como los sabores («do not expect to have hot food for lunch»), el pelo lacio («if you have braids, they will think you are unprofessional») o un cuerpo nuevo (por ser considerada «gorda» cuando en su país no lo era).

Americanah narra también la pérdida del sentido del hogar y de como se construyen lo que la autora llama de «mythologies of home«, que definen los límites de lo que es o no el hogar: quién puede burlarse de quién, la comprensión de los modos de actuar y de pensar de un conterráneo, la falta de necesidad de explicar y de explicarse. En esta novela también existe (como otras de la que hemos hablado aquí, como Ciudad abierta, de Teju Cole, o El extranjero, de Albert Camus) un silencio fundamental del exilio, porque hay experiencias que solo otro exiliado conoce y porque es imposible explicar toda una cultura, todo un mundo, toda una historia que el exiliado trae en su equipaje. A la vez, el que está en su país nunca ha tenido la necesidad de desglosar los elementos que componen su propia identidad. Todo se da por hecho y eso es lo normal. El extranjero es capaz de poner en evidencia, a veces para el disgusto del nativo, las contradicciones de la cultura local, porque se encuentra en el limbo que lo exime de lealtades territoriales o culturales. El blog que escribe Ifemelu sobre cuestiones raciales es un producto de esa libertad, como también lo es la voz que lo escribe, más suelta y más graciosa, totalmente distinta de la que ella tiene a lo largo de la novela.

La relación de Ifemelu con Obinze, su amor de juventud, y también la experiencia de éste en el exilio, tan diferente de la de ella, son el telón de fondo que la autora usa para tejer una narrativa densa, con personajes ricos y variados, una Odisea moderna en la que, como el clásico, lo que importa es el camino que conduce a casa y, además, deja la misma pregunta, si es posible quedarse en casa después de estar tantos años fuera.

 

Medio sol medio amarillo

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Supongo que siempre que uno devora un libro, con rapidez, avidez y placer, la sensación final inmediata es de que el libro es, al menos, bueno. Eso acaba de pasarme con «Medio sol amarillo», de la joven escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie. Su talento es indiscutible: tiene una sensibilidad singular para captar pequeños momentos cotidianos cargados de silencio y significado, sea de dolor o de placer; sus descripciones directas, concisas y perspicaces dan agilidad a la prosa y, además, la enriquecen; los ambientes, los personajes y las tramas que teje están llenos de detalles que les dan vida; y, finalmente, su coraje y osadía de meterse con una parte tenebrosa de la historia de su país (y del mundo, porque la falta de apoyo de otros países fue clave para la masacre). El tema central es la guerra civil nigeriana 0 la guerra Nigeria-Biafra, a fines de los 1960, y la autora la describe no solo a partir de hechos políticos, sino como si, para ello, hubiese hecho una investigación etnográfica, hablando con personas que allí estuvieron. La guerra en ese libro está en los cambios del cotidiano, el libro que quedó atrás, el arroz que, primero, cambia de calidad, luego escasea y luego desaparece. Adichie lo describe con desenvoltura e, incluso, cierta pretenciosidad (positiva, aquí, por abarcar una profusidad de detalles) y, aunque sea solo por eso, merece una lectura atenta.

Todo eso es lo que impresiona, lo que nos prende a las más de 400 páginas de la edición en inglés y que nos haga terminarlo y decir: ¡qué bueno! Sí, el libro es bueno, pero hay un «pero» que se refiere a la llanura de los personajes. Aunque sean variados y busquen cierta complejidad intelectual, ellos siempre hacen lo que esperamos que van a hacer. No hay sorpresas de carácter, no hay debilidades, incluso ante la miseria, la masacre; excepto la de Ugwu, el personaje que se ve atrapado como soldado y termina actuando totalmente en contra de su carácter normal. Pero aun así, él nunca deja de lado su esencia buena. De hecho, casi todos son buenos, excepto los enemigos malos, que son muy malos. Hoy día, a pesar de valorar el optimismo, eso no deja de oler a condescendencia.

Es una lectura que vale la pena, a pesar de todo. Como también vale ver la TED Talk de la autora sobre el feminismo. Ella tiene mucho que decir y lo dice bien.

También recomiendo la lectura de esta reseña más detallada: http://literafrica.wordpress.com/2013/09/21/medio-sol-amarillo-chimamanda-ngozi-adichie/